CAMINO POR LOS LUGARES PATRIMONIALES DE BOGOTÁ: UNA CAMINATA DESDE LAS 5:00 DE LA TARDE




Centro Internacional San Diego. Foto tomada de camino a casa, 
después de la jornada laboral.


Siento que el arte me libera. Evidentemente es una frase de perogrullo, pero es que lo es. A algunos pintar les hace bien, danzar, amasar el barro, bueno, etc. Yo me conecto con la literatura. últimamente he estado vacío, sin saber qué leer. He estado en un periodo en donde intenté con un libro en inglés que salió demasiado dificil de leer por su escritura callejera inglesa que francamente no entiendo.

Me he venido preguntando en este tiempo qué me podía gustar de nuevo, cómo elegir el próximo libro sin perder tiempo y dinero. Bueno, es que leer literatura no es mi actividad principal, tengo otras que también requieren mucho tiempo. Pero la literatura sí es una compañía en mi vida.

Me acompañó en los buses al ir al trabajo, también me ha acompañado en tardes placenteras sobre el sofá o la silla preferida o la cama. Me encanta cuando me da entradas a otras personas, a otras formas de vivir, eso busco en ella. Por eso la elección es importante.

Hoy estuve en el centro de Bogotá. Este espacio urbano me da raíz, siento que vuelvo a algo mío, a una sensación adolescente confortable, melancólica y entrañable. Esta vez el centro estaba muy bogotano, brisaba con una llovizna delgada y un frío en el viento que casi volteaba el paraguas.

Pensé que antes no podía irme del centro sin haber comprado un libro. Esta es una exageración, pero también lo he hecho así, a veces. El centro me evoca lectura, intelectualidad, café. Decidí entonces subir a la vitrina de la Lerner mientras pensaba en el sentido de comprar un libro más... y ¿qué quiero leer?  pensé en historias de pareja, historias de matrimonio... me fui con esa idea..., no entré, sólo miré la vitrina. Busqué.

La decisión estaba hecha, el método para comprar un nuevo libro sería el de primero buscar en Internet, elegir y después ya sabiendo lo que quiero, comprarlo.


La iglesia de Monserrate. Foto tomada desde la Universidad de Los Andes.


Cada vez que voy al centro de Bogotá  voy a la casa del poeta Silva a escuchar algunos poemas, voy al Cine Club El Muro, voy a la calle 10 a ese café restaurante con Piano, Piano Bar, voy al Terraza Pasteur y al centro cultural del libro, nombre algo redundante, pero voy. Cada vez que voy al centro de Bogotá, voy por mi adolescencia, voy por mi juventud, voy por los amores con quienes recorrí sus calles.

Cada vez que voy al centro de Bogotá, visito a mi papá a su oficina gubernamental, añado una visita a un nuevo lugar, a una librería, a la biblioteca Luís Angel Arango, o aprovecho para peluquearme en la Holandesa, peluquería a la que pude ir cuando ya tenía con qué pagar un corte no tan económico hecho por profesionales.

De vuelta a casa en la buseta, encontré una pista interesante sobre el próximo libro a leer. Me fuí por lo conocido.... bueno, por lo parcialmente o en algo conocido, busqué en Internet a Bolaño y encontré un título interesante "La Universidad Desconocida". Creo que será el próximo. Tal vés sí, tal vés no. No lo sé.


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